EL SEMILLERO DEL PP
La manifestación antiabortista, encabezada por Aznar y Esperanza Aguirre, fué una demostración de que la democracia, a veces, sirve también para que los intolerantes ejerzan su derecho a pretender recortar el derecho de los demás. Y ésto no sería tan terrible, son las reglas del juego plural, si la multitudinaria masa humana que clamaba en Madrid en defensa de la vida lo hubiera hecho de forma espontánea, contando con información fidedigna y alineándose conforme a su proia ética y no sirviendo a los intereses políticos de un partido, que trata de desviar la atención sobre sus miserias y sus miserables. ¿Quién maneja los hilos de esta movilización? Tanto Rajoy como Rouco Varela tiraron la piedra y escondieron la mano. Después de agitar el avispero ultracatólico y conservador, prefirieron recoger los frutos de su estrategia desde detrás de la barrera. Mandaron, eso sí, a su infantería de luxe para que desfilara conduciendo las huestes de su invernadero hiperalimentado de intransigencia neocón y fanatismo religioso. Aznar que no parece haberle explicado con claridad a los manifestantes que su oposición se limita a la reforma de la ley (no podría ser de otra manera cuando 500.000 fetos humanos flotan en su conciencia) cerró filas con la vieja guardia de Aguirre y la new age de la derecha Dolores Cospedal. Y entre banderines, camisetas, fetos de plástico y gritos de "!Zapatero, dimisión!" la guardia pretoriana del PP integrada por Benigno Blanco (Foro de la Familia) y las quintacolumnistas Schlichting, San Sebastián y Durán contribuyeron a crear la imagen deseada. Está claro que hay que abonar cuidadosamente el vivero del que se piensan nutrir los populares en las urnas. No hay más que ver que no piensan escatimar el estiercol para que su plantel siga medrando y les proporcione una productiva cosecha.
Publicado en El Periódico de Aragón el 22 de octubre del 2009
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