LA PLAGA LEVANTINA
Que Levante es víctima de una terrible plaga, mucho más virulenta y expansiva que la gripe A, es una realidad irrefutable. Y va a ser por eso que el amigo Fabra, presidente dinástico de la Comunidad de Castellón, decidió allanar el camino para que las empresas en las que participaba su ex-mujer pudieran comercializar los productos que combatieran la pandemia. Nada se le pone por delante al insigne representante de los valores del PP a la hora de eliminar obstáculos para obtener sus objetivos. Falsificar documentos o realizar manualidades para conseguir los sellos y cuños que dieran aspecto de legalidad a estos plaguicidas, no es un problema ético para el cacique. Tampoco parece, una vez más, que vaya a ser un problema con la Justicia. Don Carlos sabe perfectamente como doblegarla a sus intereses y prueba de ello son todas las causas abiertas contra él que, por arte de "birlibirloque", nunca acaban de materializarse. Pero esto no debiera extrañarnos en un ser al que la diosa fortuna favorece con frecuencia regalándole premios millonarios en la lotería. Aunque Fabra no es el único que destaca al este de la corrupción. Su amigo y compañero de partido Francisco Camps, también ha desarrollado cintura para esquivar las leyes que solo deben afectar al populacho y que ahora amagan con enredarle en dificultades impropias de su condición de intocable. Menos mal que el partido popular, siempre solícito a socorrer a sus intachables dirigentes, ha cambiado el reglamento para impedir la expulsión de los imputados. ¿Cuanto tiempo tendremos que aguantar el insoportable hedor a podredumbre que nos traen los vientos de Levante? ¿Es que no hay vacuna o retrovirus capaz de acabar con esta pestilente plaga?
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