EL CORAZÓN DE EUROPA
El corazón de Europa padece un dolor triste, como de carnero degollado en sacrificio al dios de los bastardos. Un frío intenso, el que acompaña siempre a los cadáveres, ha detenido su latido para hibernar en algún remoto lugar donde la solidaridad no pueda germinar entre los pueblos. Ahora en Francia, como antes en Italia o en nuestro propio país, se criminaliza uno de los principales valores del ser humano, convirtiendo en delito lo que debería ser una obligación: tender la mano. En este mundo al revés, en el que el dinero dicta las reglas éticas, no importa mancharse de sangre o emponzoñarnos el alma. Todo vale para servir al Tétrico Señor y, si hay que acorazar los corazones europeos y arrebatarles lo que les hace humanos, pues así sea. En la tierra de la fraternidad se tipifica el delito de solidaridad cumpliendo con la estrategia dictada por toda la CE y miles de personas se han lanzado a la calle en protesta. Se nos vacía de nuestros mejores valores para convertirnos en desentrañados ciudadanos al servicio de un sistema injusto y perverso. Ante esta declaración de guerra contra nuestros principios, a la gente corriente solo nos queda la desobediencia. Que sea nuestro criterio, y no las leyes envenenadas como ésta, el que inspire nuestra relación con los inmigrantes. Y si la consecuencia es que las cárceles europeas acaban abarrotadas de presos de conciencia, pues que así sea también.
Publicado en el diario Público el 12 de abril del 2009 y en El Diario del Alto Aragón y Periódico de Aragón el 27 de abril
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