HACE FALTA VALOR
El primer viaje del pontífice Benedicto XVI a África supone, más que un acto de fé, un acto de valor. Porque hace falta valor (y tenerlos cuadrados) para enfrentarse al continente que más sufre el azote del sida y predicarles que el preservativo, amén de ser pecado, solo multiplica los problemas. Y que la abstención es el único remedio posible. Es un discurso cínico y nada realista que demuestra que este Papa, sofisticado e intelectual, ha decidido seguir de espaldas a la realidad y cerrarse en banda al siglo XXI. Es cierto que la castidad evita en gran parte el sida, pero pretender que no se practique sexo para prevenir cualquier peligro es tan disparatado como prohibirle a la gente que respire para evitar el que un día puedan dejar de hacerlo y mueran. La sociedad y Benedicto llevan muy diferentes caminos. El del Santo Padre parece que conduce directamente a las étapas más tenebrosas y oscurantistas de la Iglesia. Aquella que nos negaba el alma a las mujeres o nos quemaba por brujas. La misma que, ahora por boca de Benedicto, nos pide a las féminas que sepamos obedecer, y alaba a la lavadora por el papel liberalizador que supone en nuestras vidas. La que quiere controlar nuestra sexualidad y nuestra prole. Vamos, la de siempre.
Publicado en el diario Público el 20 de marzo del 2009 y en El Periódico de Aragón el 22 de marzo
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