ATADO Y BIEN ATADO
El ayuntamiento bilbilitano parece sumergido en el túnel del tiempo. En 1951, le fué concedida la medalla de oro de la ciudad a Francisco Franco por "los méritos y virtudes de los que hizo gala para salvar a la Patria del peligro, con pulso firme". Nada inusual en aquella época, en la que los monumentos y galardones al dictador proliferaban a lo largo y ancho del teritorio nacional. Era el signo de los tiempos. Todos los megalómanos gustan de ser agasajados y no existe régimen totalitario que no ofrezca estas loas a sus tiranos. Pero en Calatayud, en el año 2009 y con una presunta democrácia, las abstenciones de los concejales del PAR y del PP han impedido que se le retire la medalla al difunto caudillo. Leales, más allá de la muerte de su líder, mantienen el vergonzante honor que le fué concedido en plena dictadura con el argumento de "no reabrir las heridas". ¿A que les suena esta excusa? Es la misma empleada contra la ley de la memoria histórica, que pretendía desenterrar a las víctimas de la represión franquistas y restituirles su dignidad. No hay que sacar a los muertos de las cunetas ni restarle honores a su verdugo. Sino, solo contribuimos a que no se cierren las heridas. Sin embargo, habría que conocer como andan otras llagas: Las de los familiares de los concejales de este mismo consistorio, que fueron fusilados tras el alzamiento y que no recibieron ninguna mención por haber muerto representando la legitimidad de un pueblo. Me imagino que estarán como las mías, supurando rabia e impotencia. Infectadas por la traición de la justicia y el sentido común. Esperando alguna medicina que nos cure y que coloque a cada uno en el lugar histórico que le pertenece.
Publicada en diario Publico el 1 de febrero del 2009
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