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ÁNGELES CAÍDOS

Persecución universal. Este es el término jurídico por el que, veinte años después, se va a tratar de aplicar justicia sobre los asesinos de ocho personas en El Salvador. Seis de las víctimas eran jesuitas, cinco españoles, que habían abrazado la teología de la revolución. El contacto con la miseria y la injusticia social, les condujo a una revolución íntima cuyo resultado fué la implicación personal en defensa de los más defavorecidos. Sus valores cristianos les obligaron a rebelarse contra la jerarquía eclesiástica que desaprobaba severamente su conducta. Tomar partido les costó la vida. Como en muchos otros crimenes de cooperantes, creyentes o no, la impunidad y el silencio se impusieron durante mucho tiempo. Ni siquiera la Iglesia Católica mostró interés en reivindicar a estas "ovejas descarriadas" que habían desoído sus órdenes.
La persecución de la que fueron víctimas se extendía a todos los campos. En el físico, en cuanto que sus vidas se pusieron en peligro al alinearse con el oprimido, y en el moral, porque tuvieron que enfrentarse a la oposición y a la amenaza de excomunión de Roma. Su obra, inspiró un movimiento ideológico que caló profundamente en Latinoamérica.
Actuaron como ángeles guardianes de una población desesperanzada. Pero el Vaticano, lejos de subirlos a sus altares, prefirió darles el tratamiento de ángeles caídos. Quizás se consiga hacer justicia tardía de estos crímenes, pero de la persecución espiritual que sufrieron nadie parece dispuesto, desde la Santa Madre Iglesia, a rectificar un ápice de su condena.

Publicado en Foros El País, diario Público y Diario del Alto Aragón el 15 de enero del 2009 y en el Periódico de Aragón  y el Heraldo de Aragón el 17 y 18 de enero

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