OBISPOS QUE VIVEN (Y PECAN) POR ENCIMA DE SUS POSIBILIDADES
Los Obispos españoles deben andar desorientados con el nuevo Papa. Es lo que tiene que la bendita paloma fuera a posarse sobre un argentino. Les da por hablar, con esa elocuencia irreductible que caracteriza a los hijos de la Pampa, y ya no hay dios que controle lo que dicen. A Francisco I le ha dado por repetir, una y otra vez, que quiere una iglesia pobre, comprometida contra las injusticias y con Obispos que no mangoneen ni se comporten como príncipes. ¿De quién estará hablando el bueno de Francisco? ¿No será de los monseñores españoles? Porque es bien conocido su compromiso con los pobres con ejemplos plausibles como el de Cáritas a la que destinan, rumbosos ellos, 4 de los 6.000 millones de euros que succionan directamente del Estado. ¿Que qué pasa con los otros 5.996 milloncejos? Como dicen las escrituras: ¡Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda! (Mt, 6, 3) Y mucho menos la ciudadanía, que contentos deberíamos sentirnos por la cantidad de indulgencias que nos ganamos con nuestros involuntarios óbolos. Lo de la pobreza no va con los de la Conferencia episcopal. Son espíritus sensibles que habitan cuerpos delicados que requieren de cuidados exquisitos. Muy alejados de la austeridad franciscana que predica el pontífice. Claro que cada quién alcanza el nirvana a su manera. Unos abrazando la pobreza y el ayuno, como el santo de Asís, y otros enfundándose un calzado de Guzzi y degustando finos manjares regados con recios caldos. ¡A ver quién está más cerca del paraíso! Aquí las cosas, se hacen de otra forma, Ya se lo explicará Rouco a Francisco. ¿Que el estado pretende cobrar el IBI a los edificios de la iglesia que, por cierto, mantenemos con nuestro patrimonio?: Se amenaza con cortar el grifo a Cáritas. ¡Que se jodan los pobres! En cuanto a todo ese rollito tolerante del argentino sobre los homosexuales, ya le pondrán al día próceres catecumenales como el obispo Reig acerca del plan homosexual para destruir a la humanidad. O eso que cuenta monseñor Cañizares tan bonito sobre los niños para justificar la pederastia entre los sacerdotes. Eso de que son lascivos y provocadores. ¡En fin! Que solo le falta al nuevo Papa empezar a considerar la posibilidad de ordenar sacerdotisas u obispas. Entonces seguro que Habemus Cisma. Pero me temo que eso, más que una reforma profunda de la iglesia, necesita de un milagro.
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