LA CONSEJERA Y LA SOPA BOBA
La sensibilidad social de los que gozan de licencia para recortar es similar a la de una ameba. Interpretan su papel de villanos desalmados con una naturalidad pasmosa. Ríanse ustedes del método stanislavski. Pongamos un ejemplo: La consejera aragonesa de educación, Dolores Serrat, dice que su departamento no está para la beneficencia. El tema son las becas para los comedores infantiles. "El comedor ni es obligatorio, ni es un derecho", añade.
Ya sabemos que comer no es obligatorio, doña Dolores. Pero también que conviene hacerlo regularmente si se pretende vivir. En cuanto lo del derecho, yo iría más allá. Que los chavales estén correctamente alimentados no es solo un derecho constitucional, es una obligación para un estado civilizado y con suficientes recursos. Para muchos niños, la del comedor escolar es la única cómida consistente que pueden hacer al día. Sus padres, como todos los ciudadanos españoles, están pagando la deuda de los bancos. Han perdido el trabajo, la vivienda o ambas cosas por culpa de los juegos de guerra de las altas finanzas. Ahora esta cristiana dama les habla de la "corresponsabilidad" de las familias. Perdone usted señora consejera, ¿y qué hay de la responsabilidad de este gobierno para solucionar el desempleo y la miseria que avanzan?. Las desigualdades e injusticias con las que están gestionando esta crisis son la causa de que nuestra infancia parezca atrapada en una novela de Dickens.
La consejera Serrat supera con creces a las horripilantes brujas de los cuentos. No se come a los niños, todavía, pero se zampa sin decir jesús los comedores escolares y la calidad de la enseñanza pública aragonesa. Para beneficencia, la que recibe la sr. Serrat. La sopa boba de una consejería que, al parecer, no requiere de ninguna calidad humana ni profesional para desempeñarla.
Basta con ser una rematada arpía.
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