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¿BRAVEHEART ERA DEL PP?

¿BRAVEHEART ERA DEL PP?

Estamos en carnavales. Por este motivo algunos se enfundan cualquier máscara, sobre el disfraz de andar por casa que les oculta cada día, para usurpar una personalidad que no les corresponde. Ahí tenemos a Rajoy que estrena su careta  de Braveheart para gritar: ¡Libertad! junto al coro de peperos camuflados de gladiadores libertarios. González Pons, Mª Dolores Cospedal o el propio Camps hacen apología de la autocracia y se apropian del viejo lema del 69 "prohibido prohibir". Con Franco vivíamos mejor, dicen aquellos en los que ha calado su socapado discurso.
Algunos morían mejor, añado yo para tocarles esas narices de patético payaso que produce escalofríos. Pero los que pretenden emanciparnos de la restrictiva democracia lo tienen claro. Ellos quieren ejercer su derecho a correr sin limitaciones con sus bólidos por nuestras autopistas sin que nadie les haga soplar para comprobar su alcoholemia. Al más puro estilo Aznarino. Lo de ahorrar energía no va con ellos. Que ahorren los pobres, al fin y al cabo ¿para qué quiere la clase trabajadora coches y otras zarandajas burguesas si dentro de poco con sus salarios no se podrán permitir semejantes fruslerías? Y lo del tabaco. ¡Menuda desfachatez la de este gobierno! ¿Cómo pueden restringir su derecho a expeler libremente malos humos en los caretos de los asalariados camareros? ¡Será por escasez de proletarios!. ¿Por qué debe preocuparnos que contraigan un cáncer de pulmón habiendo casi cinco milones de desempleados? A peón muerto, peón puesto. Así es la lógica cartesiana de la derecha española. Ellos reclaman su libertad para seguir imponiéndola sobre los derechos de los otros. Libertad para seguir cometiendo corruptelas enfundados en carísimos trajes de diseño. Libertad para educar a nuestros hijos en la represión y el oscurantismo. Libertad para tergiversar la historia y no desenterrar a los muertos de la dictadura que reclaman justicia desde las cunetas. Libertad para que las mujeres no decidan sobre su propio cuerpo y para tratar a los homosexuales como enfermos perniciosos. Esta es su charada carnavalesca. Bajo la mascarada de demócratas esconden su verdadera naturaleza. Como ese lobo feroz disfrazado de beatífica abuelita que no consigue camuflar la aterradora amenaza de su dentadura.

Publicado en El Plural

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