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¿INDEPENDENCIA SINDICAL?

¿INDEPENDENCIA SINDICAL?

El asunto destapado por el sindicato CGT en la planta de GM en Figueruelas nos enfrenta de nuevo con la cuestión de la independencia económica de los sindicatos. Dos altos cargos sindicales, Luis Tejedor de UGT y Ramón Górriz de CCOO, llevan cobrando 8 y 17 años respectivamente de la multinacional a pesar de estar liberados para ocupar puestos de responsabilidad en sus sindicatos que no están vinculados con la factoría zaragozana. ¿Se puede mantener la libertad de acción y pensamiento cuando quien te está pagando el salario es el enemigo al que te tienes que enfrentar? Y suponiendo que lo consiguieran, ¿resulta ético este comportamiento? A las preguntas sobre esta cuestión, Górriz respondió con un lacónico: "Yo no entro en estos temas". ¿Cómo? Al parecer los representantes de los trabajadores no deben explicaciones a aquellos que representan. En vez de intentar aclarar una cuestión que pone en tela de juicio su autonomía frente a una empresa que está aplicando ERES y despidos entre sus empleados, nos sale con un soberbio mutis por el foro. La élite sindical se cree estar por encima de la chusma obrera que le ha elegido. ¿Qué sabrán ellos, pobrecicos? Las cosas de los mayores no son inteligibles para el vulgo proletario, siempre obsesionados con bagatelas como mantener sus puestos de trabajo. El caso, escandaloso pero más común de lo que creemos, invierte la carga de la prueba contra CGT a los que se acusa de querer desestabilizar las negociaciones con OPEL. Matando al mensajero se acaba con el problema. Los sindicatos mayoritarios han olvidado que fueron concebidos como sindicatos de clase para enfrentarse a los desmanes de la patronal y del propio Estado. Se han ido convirtiendo en un funcionariado que elude sus responsabilidades con los trabajadores porque su manutención está subvencionada por el Gobierno o, como en este caso, por la misma empresa con la que deberían estar batiéndose el cobre. Recuperar la independencia sindical es prioritario para mantener la dignidad de los asalariados. En esta guerra no se puede servir a dos amos. O se atiende a los derechos e intereses de los que te han elegido o se trabaja para el lado oscuro. Pero cuando es este último quien te paga los garbanzos del cocido resultaría paradójico que acabaran mordiendo la mano que les da de comer.

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