LEYES CELESTIALES
La Iglesia Católica no cesa en el empeño de adaptar su baremo de pecados a la legislación penal que afecta a todos los mortales. Nostálgica de aquellos tiempos de "gloria" del nacionalcatolicismo cuando el adulterio, la sodomía o la herejía tenían su correspondiente tipificación como delito, la iglesia arremete contra las leyes de un Gobierno que desafía los principios defendidos por ella. Y no es de extrañar en un país que sufrió una dictadura bendecida por el Vaticano, cuyo antecedente era una guerra civil que fué definida como una Cruzada Cristiana. Cuestiones como la sexualidad, el aborto, la reproducción asistida, la eutanasia, el concepto del matrimonio y en general todo lo que afecte a la libertad sexual y reproductiva de las mujeres, sufren la injerencia de la jerarquía católica que quiere imponer sus criterios morales en la política nacional. Volviendo la espalda al espíritu del Concilio Vaticano II, no aceptan la separación Iglesia-Estado y participan activamente en la política como sucede en los países que padecen el integrismo islámico. Convertir el pecado en delito, es una obsesión que deriva hacia una especie de "fascismo ético" que trata de imponer lo que ellos consideran sus leyes celestiales a una sociedad laica. Quizás, si volvieran la cabeza hacia el origen de su culto recordarían aquello que presuntamente dijo Jesucristo: "A Dios lo que es de Dios..." Pero está claro que se han quedado a mitad de camino en este viaje en el tiempo y han preferido inspirarse en otras épocas doradas donde sí que fueron verdaderamente poderosos: la dictadura franquista,o mucho mejor, los bienaventurados tiempos de la Inquisición, cuando las leyes de Dios se grababan a sangre y fuego en las carnes de las gentes y ellos eran el instrumento de la cólera divina.
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