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EL ÁNGEL ROJO

EL ÁNGEL ROJO

En este mundo convulso, donde se mata y se muere por menos de nada, nos enfrentamos al desafío de no perder el norte de nuestro corazón. Ahora, que la incertidumbre y el miedo ante un futuro incierto nos golpean en lo más profundo de nuestras convicciones, quizás sea el momento de recurrir a nuestra memoria histórica y desempolvar otros modelos que permanecen sepultados en un inexplicable olvido. Este es el caso de Melchor Rodríguez, el Ángel Rojo, cuya vida supuso un ejemplo de coherencia ideológica. Defensor del anarquismo humanitario, siempre mantuvo que se puede morir por las ideas pero no matar por ellas. Melchor no conocía el odio y gracias a él se salvaron cientos de vidas de los enemigos de la República. Cuando ejercía de delegado de prisiones, durante la primera etapa de la guerra civil, se jugó la vida para defender la de sus enemigos políticos y, como decía él: "Si he actuado con humanidad ha sido por libertario, no por cristiano".  Creía en la bondad de las personas y predicaba que la educación era el camino que nos conduciría a lo que consideraba nuestro estado natural. A lo mejor, se trataba sólo de uno de esos seres inocentes, casi infantiles en su rebeldía contra lo que les ofende, un inadaptado que creía en la utopía de los hombres justos y quiso ser uno de ellos. Pero su mensaje,se abre paso desde las entrañas de la historia para darnos ejemplo de honestidad y compasión, valores de los que adolece nuestra fauna política contemporánea. No vale todo a la hora de defender nuestros ideales y además éstos, deben estar revestidos de auténticos contenidos. Frente al pánico que nos produce el "colpaso mundial" al que estamos asistiendo, se necesitan legiones de ángeles rojos. Utópicos, soñadores e ilusos capaces de imaginar otro futuro, donde lo único que nos convenza, sea el arrebatador poder de la palabra.

Publicado en El Periódico de Aragón el 9 de marzo 2009

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