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MI CABEZA, LO QUE SE DICE ADORNAR, NO ADORNA NADA.

MI CABEZA, LO QUE SE DICE ADORNAR, NO ADORNA NADA.
Me lo veo venir. Dentro de nada, las cabezas de muchos sindicalistas adornarán las regias mansiones del empresariado patrio. Lucirán en sus paredes, sobre sus marmóleas chimeneas. Truculentos trofeos que demostrarán de quién es la victoria final sobre esa incordiante cosa llamada lucha obrera. Y lo mejor es que la cacería no les habrá costado ni un cartucho. El gobierno y los líderes empresariales (acompañados del orfeón mediático de linchamiento sindical) han ido tendiendo las redes de la insidia y el desprestigio. Solo hace falta que la ciudadanía caiga en la trampa como un gazapo lerdo y les entregue en bandeja las cabezas de los proscritos. ¡Menudo chollo! Desahuciados definitivamente los sindicatos del escenario, el mundo del trabajo será un
safari-park donde las relaciones laborales se resolverán a tiro limpio. O mejor dicho, con fuego a discreción contra cualquier germen de rebeldía que pueda romper el nuevo contrato social que nos ofrecen: la esclavitud. Comparto que las organizaciones sindicales necesitan una regeneración profunda. Pero el sindicalista de trinchera que intenta frenar a cuerpo la brutal ofensiva que sufrimos en las fábricas, en las minas o en cualquier otro puesto de trabajo, no es el enemigo. En realidad es nuestro único aliado y, destruirle, no parece muy inteligente. Aunque claro, también puede ser el argumento pobre de una pobre clase obrera que un día llegó a clase media por la gracia de dios. O eso deben pensar ellos. Una clase trabajadora compuesta por gran cantidad de gente que pasa de la afiliación y de mojarse, alérgica a las huelgas y de mentalidad pequeño-burguesa y algo reaccionaria. Definitivamente, ser sindicalista no es muy popular en estos días. Supongo que terminaremos fundando logias secretas en oscuras catacumbas donde honraremos los textos de los difuntos convenios colectivos que cayeron con nosotros. Acariciando sus lomos enlutados con crespones. Repasando con dedos trémulos los finados derechos articulados en sus páginas. Rompiendo a llorar, con llanto quedo, para que nadie nos oiga. No sea que nos capturen y nos corten la cabeza.

1 comentario

Lola -

El "Divide y vencerás" lo hace muy bien la derecha y la clase empresarial.Pero yo pienso que también hay algún caballo de Troya dentro del sindicalismo, y no digamos dentro de los partidos llamados de izquierdas. Dada la situación actual, lo urgente sería unidad en todas las movilizaciones, no solo a nivel español, sino con todos los movimientos ciudadanos,sindicatos, asociaciones...de los "pigs", creo más que nunca que es preciso reivindicar un europeísmo de los trabajadores.Como ha dicho Buffet:"... claro que hay lucha de clases y por ahora está ganando la mía..."