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EN ELNOMBRE DE MUCHOS

EN ELNOMBRE DE MUCHOS Las Euromarchas  contra la pobreza, la injusticia y la desigualdad avanzan hacia Bruselas para llevar un mensaje: Otra Europa es posible. Columnas de personas procedentes de todos los territorios han ido sumándose a esta iniciativa para poner voz a los desheredados por esa Europa negra que devora a sus hijos para mayor gloria de sus majestades financieras. Es un ejército inerme, pacifista (pero no por ello inocuo) compuesto por toda clase de personas. Jubilados, trabajadores, desempleados, sindicalistas, jóvenes que se resisten a ser la generación perdida, familias enteras... Seres humanos con nombres y apellidos que no se resignan a la distopía predestinada para el futuro de sus hijos.
Ellas y ellos caminan en el nombre de muchos. Se hace camino al andar. Al andar se hace camino y se entra en contacto con la realidad que atraviesan otros seres humanos. Gente como Jose C,, conocido en Sevilla como Pepe, un padre que tampoco se conforma y que lleva más de 25 días en huelga de hambre reclamando la atención especial continua durante la jornada escolar que, por cierto, el menor ya tiene reconocida hace tiempo. O como otras familias que tienen graves problemas para alimentar a sus hijos pero que no pierden la esperanza de construir un mañana más justo. Ellos también caminan alentando las piernas y los corazones de los marchistas.
A la Europa de los índices bursátiles y las primas de riesgo no le conmueve que la pobreza infantil aumente. Sin ningún discurso social, con unos planteamientos exclusivamente económicos, el proyecto europeo se ha convertido en la tapadera institucional de los intereses de los más poderosos. Mientras tanto, la brecha de la desigualdad crece exponencialmente. Los ricos son cada día más ricos y han aumentado su número en el parnaso de los millonarios. Por otro lado, la pobreza y la precariedad clavan sus fauces en un sector cada vez más amplio de la sociedad.
Los caminantes de las Euromarchas denuncian que Bruselas no está actuando con transparencia y mucho menos defendiendo los derechos de los ciudadanos. Ponen como ejemplo el polémico TTIP que va a dar más poder a las empresas que a los propios estados. Un tratado que vulneraría derechos laborales y convenios democráticos de los trabajadores europeos.
 Por eso han tomado la decisión de echarse a andar porque saben que nadie va a luchar por nuestros derechos... si no lo hacemos nosotros mismos.
Estamos en una encrucijada a la que nos ha conducido un capitalismo antropófago. Esa Europa cicatera que pone muros a  la solidaridad y antepone las ganancias de los bancos y las grandes compañías a las vidas de la gente, huele a cadáver. Podríamos decir, desarrollando una metáfora, que las Euromarchas son el pre-cortejo fúnebre que anuncia el óbito de esta podrida alianza. No es que sus corajudas huestes vayan a derribar el sistema ellos solitos. Digamos que son la voz de los sin voz. Los que ponen rostro a esas víctimas colaterales de sus juegos de guerra financieros. Una legión de parias que intuye que hay otro camino, otra Europa, más a medida de los seres humanos. Todo es empezar a andar. Paso a paso... pero sin reblar ni para coger impulso.

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