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¿MIEDO? SÍ, POR LOS...

¿MIEDO? SÍ, POR LOS...
El ex-president de la Generalitat, antes conocido como "El Honorable", declaró ante el juez ignorar la forma en la que sus sucesivos administradores, casualmente todos fallecidos, gestionaron el presunto legado que le dejó su padre. Pujol, no solo desconocía en qué país se encontraba la cuenta con la pasta, tampoco sabía que ésta se multiplicaba de forma milagrosa por arte de birlibirloque hasta alcanzar cantidades alarmantemente sospechosas. A Jordi, según su propia declaración, le daba miedo todo lo relacionado con este dinero. Por eso no preguntaba nada  ni pedía ningún tipo de documento a sus gestores que dilucidara el origen de tan fecunda fortuna. Pensaría el hombre que indagar en las causas de su buena suerte podría romper el hechizo. El milagro, que supera con creces al del perro-flauta nazareno, era mejor no meneallo. No fuera a gafarse la cornucopia boba de la abundancia que garantizaba el estatus de su extensa prole.
A mí, como a muchos ciudadanos, también me da miedo pedir el extracto de mi cuenta bancaria. Aunque no hay que ser un lince para deducir que los motivos son bien distintos, yo diría equidistantes, a los que asustan al bueno del ex-president. Mi temor no procede de la improbable posibilidad de que, tras meter mi tarjeta, se reflejen más ceros a la derecha que a la izquierda. 
El miedo que la gente corriente siente al consultar su saldo es el de comprobar que, a quiénes todavía conservamos un trabajo, nos sobra medio mes para tan escaso sueldo. Que necesidades básicas como la alimentación, la vivienda o la energía no pueden ser cubiertas por los paupérrimos o nulos ingresos de muchas familias. Los números rojos, los desahucios, los cortes de luz o de agua por no poder hacer frente a los impagos. Eso sí, sr. Pujol, eso sí que da pánico.
Y otra cosa que pone los pelos como escarpias es constatar, día tras día, el choriceo continuo que se traían tantos grandes padres y madres de las patrias. Y digo patrias porque en cuestión de corruptelas en todas las nacionalidades cuecen habas.
Miedo, mucho miedo también estos días por el triunfo de Syriza. ¿Acabar con las privatizaciones? ¿Y si el efecto fuera contagioso? Las jaurías atacan a los griegos con exortos y conjuros financieros. ¡Al noveno círculo de Dante!- Rugen las fieras que no quieren renunciar a las mordidas. España no es Grecia- braman en eterna letanía los tiburones locales.
Todos miramos a los griegos con inquietud. Pero el temor, también aquí tiene un origen distinto. Para mí es el de asistir al acoso y derribo que los poderes financieros piensan someter al pueblo griego para quebrar su soberanía. Un aviso para los españolitos que fantaseamos con sustituir un establishment corrompido y vendido a los poderes económicos por un gobierno del pueblo y para el pueblo. Nos enseñan las encías para avisar de que podemos ser los próximos.
Pero, ¿saben una cosa? Yo creo que son ellos los que están cagadicos. ¿Y si Grecia resiste? ¿Y si, como tanto temen, el efecto se expande por todo el sur de Europa y se impone otro tipo de política que garantice los derechos fundamentales de la gente y elimine los fraudulentos business que esconden los procesos privatizadores? Son muchos los paises europeos en los que ya se aboga por revertir lo privatizado. Inglaterra, Francia y la misma Alemania están recuperando la gestión de muchas funciones públicas porque innumerables estudios demuestran que se consigue mayor eficiencia y ahorro para el contribuyente.
Adiós a los tantos por ciento, ¡joder qué miedo!- piensan los Pujoles, los Granados y la interminable lista de aspirantes a a mangantes institucionales. 
Ya me disculparán que me descojone (auanque sea fisiológicamente incompatible)  de su acojone. ¿Miedo a cambiar esta basura? Como dicen en mi tierra, que no tiene nada de griega: ¿Miedo? Sí, por los cojones. Y perdón por el final escatológico, es que algunas ya estamos para pocas florituras.

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