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LA REPUGNANCIA DE HERNANDO

La organización Save The Childrens nos ha lanzado a la cara un dato tan desgarrador como vergonzoso. Uno de cada tres niños españoles viven en riesgo de pobreza. Hablamos de pobreza en el más devastador sentido de la palabra. Sus familias no pueden proporcionarles una alimentación equilibrada, la ropa o el material escolar imprescindible. En muchos hogares, la calefacción o la electricidad, se han convertido en utopías inalcanzables. Pero además hablamos de otra pobreza. Esa que muerde y aísla a los niños frustrando sus posibilidades de desarrollo en igualdad de condiciones. Un valioso potencial que devora la pobreza y que, como pueblo, nos condena a un futuro de miserias. Una tragedia que no podemos permitirnos ni humana ni estratégicamente. Es mi opinión, por supuesto. Pero existen seres de sensibilidad supina, como el portavoz del gobierno, Rafael Hernando, que ven las cosas de otra forma. Hace pocos meses manifestó que encontraba repugnante la "demagogia" imperante sobre la desnutrición infantil. Pero tranquilos, que luego lo apañó diciendo que, en cualquier caso, la responsabilidad de que los niños no pasen hambre corresponde a sus padres. Obviando la enjundia carroñera de las declaraciones del amigo Hernando (¡que ya es obviar para mí, créanlo!) me gustaría saber cómo ha encajado los datos de este informe. ¿Habrá reflexionado y agachará la cabeza para disculparse por sus palabras? ¿Pedirá perdón el señor portavoz a unos padres desesperados, acorralados por el paro y la falta de apoyos sociales, víctimas de una política anti-social que prefiere engordar a los trilleros de la banca que ayudarles a alimentar, educar y cuidar a sus hijos? Lo dudo mucho porque para la gente como Hernando, los pobres y sus famélicos críos son extraterrestres. Solo los conoce de oídas. Lo que se dice de cerca, no ha visto nunca a ninguno. Ignora que hay madres o padres que ayunan para poder darles un plato de comida a sus hijos. Que rebuscan en los contenedores de basura o recogen chatarra a falta de un trabajo con el que mantener a la familia. Que hasta mueren por ellos. ¿Demagogia? Tiene suerte el portavoz de que estos padres no sigan los televisivos consejos de la Esteban. Aunque nunca se sabe de lo que se puede ser capaz por un hijo. Y más cuando a la desesperación, se le añade tanto escarnio. 

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