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LA SELECCIÓN NATURAL EN EL NUEVO ORDEN

LA SELECCIÓN NATURAL EN EL NUEVO ORDEN
El capitalismo salvaje ya no esconde las fauces de alimaña. Cada día se muestra más al natural, si subterfugios ni tapujos. El planeta enterito con todos sus recursos pertenecen a la élite financiera. Por si alguno tiene dudas todavía. Los seres humanos pasan a ser elementos productivos que solo interesan en razón de la rentabilidad que proporcionan al sistema. Cuando esta utilidad se ve mermada por la vejez o la enfermedad, se nos considera una lacra onerosa para las arcas del estado. El FMI ya lo advirtió en su momento: vivimos demasiado. Ahora el ministro de finanzas japonés lanza un alegato patriótico animando a los ancianos a palmarla para ahorrar el dinero de sus tratamientos. El problema no se resolverá a menos que ustedes se den prisa en morir.
Palabras textuales, sin complejos ni sensiblerías. Los japoneses no se andan con bobadas. Ellos reclaman un harakiri colectivo a los que consideran material de deshecho. Un gasto recortable. En cambio aquí, han optado por un exterminio silencioso. Sin trabajo, sin asistencia social y con la sanidad privatizada, nuestro índice de mortalidad aumentará dramáticamente en la próxima década. La inanición, la intemperie y las enfermedades obrarán una selección más que "natural" para los parámetros neocón. Solo tendrán derecho a sobrevivir los más fuertes desde el punto de vista financiero. A los demás, se nos concedera el privilegio de mantener la vida solo si encajamos en su organigrama de negocio. Si no, una larga agonía nos espera. Para prolongarla un poco más el presidente de Grifols, Víctor Grífols, cuya compañía es el tercer productor mundial de hemoderivados, ha propuesto a nuestro gobierno un singular mercado: Permitir que los desempleados vendan su sangre. El filantrópico vampiro argumenta que, de este modo, los desempleados podrían obtener unos ingresos de 60 euros semanales. Así ve la Bestia a los excluidos. Como suculentas odres de hemoglobina que contienen sabrosos beneficios. Lo próximo será autorizar la venta de órganos para optimizar las rebabas sociales que tanto coste generan. Siempre podemos ir troceándonos y vender nuestras pobretonas menuceles a otros seres más afortunados económicamente. Eso sí, cuando de nosotros solo quede un pellejo huero e inútil, no seamos egoistas. Pensemos en la Patria (la del dinero, el único dios verdadero) y autoinmolémonos. Y deprisita, que el capital no está por mantener parásitos ya sean ancianos, enfermos o parados. ¿Qué iba a quedar entonces para poder robar? Inútiles parias de la tierra, ¡Haced el favor de moriros ya!

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