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LA RUINA HUMANA

LA RUINA HUMANA
Una sociedad como la nuestra, acosada por el desempleo y los recortes, corre el grave riesgo de perder el norte emocional. No es extraño escuchar al personal esgrimiéndo un discurso xenófobo. Primero los de casa- dicen- Primero los españoles. ¿Pero qué españoles? ¿Acaso ignoran que la xenofobia es una mera cuestión de clasismo? Los nuevos pobres íberos, que brotan como esporas y a los que se les arrebata la educación, la sanidad y las prestaciones sociales, ¿no son acaso una nueva sub-especie? ¿una nueva sub-raza dentro de nuestra propia raza?
Los que ven bien la retirada de la tarjeta sanitaria a los sin papeles argumentan que no se puede atender a todo el mundo. Que no hay dinero. ¿Serán tan complacientes cuando la deriva que lleva la sanidad les obligue a pagar costosas pruebas y tratamientos que quizás estén fuera de su alcance? ¿Entenderán que su humilde condición ya no es merecedora de una sanidad gratuita?
Mientras los hachazos más crueles se administran al de abajo, algunos justifican la matanza complacidos. La mezquindad y el miedo, aliados con la indigencia moral de estas personas, les induce a creer que así estarán a salvo. Acusan de buenismo utópico a los que luchan por los derechos de los inmigrantes, a los que se preocupan porque siga llegando ayuda al Tercer Mundo, a quiénes no conciben un escenario elitista que cierre los ojos a las consecuencias de las guerras, el hambre y la injusticia.
Primero los de casa.- repiten como un mantra- Pero, ¿los de qué casa?. No hablarán de los cientos de miles de familias desahuciadas. Éstos ya no tienen casa. Se la quitó el mismo sistema excluyente y "racista" que niega asistencia a los sin papeles. Son otras casas las que requieren de su resistencia numantina de borregos. Mansiones como las que habitan Botín y las grandes fortunas de España. Estas son las casas y el status que defienden con su amedrentada ruindad. Una marea de miseria humana que apuntala la supremacía de la super-raza financiera aceptando perder los derechos conquistados para todos. La peor secuela de esta puñetera crisis: La cobardía.

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