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MAMADOU Y EL GARROTE DE LA BANCA

MAMADOU Y EL GARROTE DE LA BANCA

Mamadou es un inmigrante de origen guineano, casado y padre de cinco hijos, que el próximo 18 de enero deberá enfrentarse a la ejecución del desahucio de su vivienda. Hace unos 15 años que llegó a España en busca de algo de prosperidad para él y su familia. Al principio, recolectaba fruta bajo los océanos plastificados de Almería ( Una tarea propia de "ilegales" puesto que los legales carpetovetones rehusábamos hacerlo). Después, y ya en la noble tierra aragonesa, trabajó en la construcción de la Intermodal y la Expo zaragozana. Eran esos años en los que atábamos los perros con longanizas y el boom inmobiliario parecía una fuente inagotable de vino y rosas. Fue también por esa época cuando Mamadou se dejó seducir por los cantos de sirena que se emitían a toda frecuencia desde las entidades bancarias y solicitó una hipoteca. Algo que la mayoría de españoles hemos tenido que hacer para poder comprar una vivienda. Un tiempo después estalló la burbuja inmobiliaria y los sueños de Mamadou (como los de muchos inmigrantes y compatriotas) saltaron por los aires. Tras dos años sin encontrar empleo estable, el guineano vió como su hipoteca se incrementaba de 640 a 850 euros mensuales. A pesar de haber reducido gastos, renunciando a la calefacción y al agua caliente, la familia Diallo debía elegir entre comer o satisfacer los pagos. Obviamente escogieron lo primero.
Ustedes me dirán que es una historia más entre miles. Es cierto. Pero lo que más me ha perturbado ha sido leer los comentarios en la prensa a esta noticia. Para mi perplejidad, la tradicional nobleza baturra ha sido sustituida por increpaciones, insultos y soflamas xenófobas. Negro vete a casa, lo merecen por no saber usar condón o lindezas similares son algunas de las solidarias respuestas de mis conciudadanos. Pocos se muestran compasivos y son menos aún los que culpabilizan de estas tragedias a la especulación financiera. Solo se me ocurre pensar que estas reacciones proceden de la ignorancia o de la mala entraña. Porque hay que ser mezquino o vivir en otro mundo para ignorar los sueldazos millonarios de los directivos de las cajas, sus indecentes bonos e indemnizaciones (con los dineros inyectados de la caja común) y señalar con el dedo a las víctimas de la estafa. Mamadou y su familia no estarán solos el día 18. La plataforma Stop-Desahucios tratará de impedir que se cumpla la sentencia al garrote que ha decretado la banca. Afortunadamente, todavía queda gente con redaños y vergüenza en esta tierra. Personas que que se posicionan frente a la injusticia en vez de vomitar su frustración contra los más débiles. La crisis económica no justifica renunciar a la conciencia.

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