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TERRORISTAS, FACHAS, MACHISTAS Y OTROS SINIESTROS PAYASOS

TERRORISTAS, FACHAS, MACHISTAS Y OTROS SINIESTROS PAYASOS

Existen negacionistas del Holocausto nazi en Alemania, es cierto. Como aquí pululan los que no aceptan que lo del 18 de julio fue un golpe de estado que derivó en una cruenta y larga dictadura. La diferencia es que, mientras en el país teutón manifestarse en estos términos es constitutivo de delito, en Carpetovetonia cualquiera puede burlarse de la Memoria Histórica, despreciar a los miles de españoles asesinados por ser leales a la República electa por el pueblo y, simultáneamente, llegar a ser alcalde gracias a las urnas de este estado plural. Resulta histriónico que a los miembros de Bildu se les exija una condena minuciosa y explícita del terrorismo vasco pero no se aplique la misma vara para medir a otras formaciones políticas. Si repulsiva e irracional es la violencia ejercida por la banda terrorista, no es mayor que la que administró la dictadura de Franco con las víctimas de su represión. Pero algunos políticos, sobre todo en la órbita del PP, no solo no condenan la dictadura sino que se permiten la chulería de seguir arrojando la tierra de la ignominia sobre las fosas de nuestra desmemoria. ¿Por qué nadie apremia al jefe del Consistorio vallisoletano, León Rivas, para que deje de practicar ese terrorismo dialéctico que tan bien maneja, abjure de Franco y admita que su estado de terror no fue ningún invento socialista?. ¿Cómo es posible que nuestra democracia no sea igual de intransigente con la apología del fascismo como lo es con la del otro terrorismo? ¿Es que no estamos hablando en ambos casos de ideologías que defienden el secuestro de la libertad mediante el abuso de la fuerza? Don León Rivas solo es un fachilla provinciano que petardea ora con la Memoria Histórica, ora con lo berraco que le ponen los morritos de una ministra a la que pretende degradar con su gañanez. Lo verdaderamente triste es que, dependiendo del color del que se visten estos siniestros payasos, es mucho más fácil colarse en nuestras instituciones. Y a los nostálgicos de las camisas azules nadie se atreve a cuestionarles bajo juramento su rechazo al franquismo y su leal adhesión a la ideología democrática. Por sí las moscas. No vaya a ser que les de por ser sinceros, como a don León.

Publicado en diario Público

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