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¡ESTAMOS HASTA LA MADRE!

Cuando un poeta deja de escribir versos suele ser porque sus arterias han estallado por una sobredosis de amargura que no ha podido procesar. A Javier Sicilia le ha pasado eso. El poeta, periodista, ensayista y novelista mexicano ha renunciado a la poesía tras el asesinato de su hijo a cuenta de la guerra civil que sufre su país por el narcotráfico. Le mataron al hijo. Todos los días en México los hijos del horror y la miseria se introducen en las bandas de los narcos y asesinan a los hijos, hijas, padres o abuelos de otras gentes a los que no conocen de nada. Estos verdugos, algunos meros adolescentes, están predestinados a matar y a morir porque la vida no les ofrece otra opción que la de emplear la violencia o padecerla. A menudo ambas cosas a la vez.  ¡Estamos hasta la madre!- grita el ex-poeta ante cualquier auditorio que quiera escucharlo. En una carta abierta dirigida a políticos y criminales indistintamente, Sicilia denunciaba el pudrimiento que agarra sus corazones. El de Javier explotó en la balacera que le robó a su hijo. Los de los corruptos a los que se dirige llevan demasiado tiempo descomponiéndose y emponzoñando la sociedad mexicana con su peste. Y como ya no pueden hacerle mayor daño, Sicilia les advierte: Estamos hasta la madre de las luchas de poder y mezquindades de los políticos, de la impunidad judicial y policial y su complicidad con el crimen, de tanta crueldad sin sentido. Él, como muchos otros valerosos mexicanos, están saliendo a la calle a plantarle cara a la barbarie. Sus vidas tampoco valen nada pero eso no les frena. Se les ha obligado a ser heroes a punta de pistola y ametralladora.

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