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EL INQUIETANTE RUMOR DE LAS CADENAS

EL INQUIETANTE RUMOR DE LAS CADENAS

La esclavitud fué una de las primeras forma de explotación que el ser humano ejerció contra su prójimo. Se entendía como un acto legítimo y natural adueñarse de la propiedad física y del fruto del esfuerzo de otros para obtener un beneficio personal. Como es un asunto que resulta muy provechoso para los amos, no se ha podido erradicar completamente. Aún existen países donde los niveles de corrupción y desprecio por los derechos elementales de las personas crean un margen jurídico muy propicio para desarrollar esta actividad legalmente. China es un buen ejemplo. Los trabajadores de este país cobran el salario del hambre por unas condiciones draconianas de trabajo. Tengo entendido que los lacedemonios trataban con más respeto a sus ilotas. Pero es precisamente éste, el modelo chino, el que pone burraco a la patronal española. La reforma laboral fué el aldabonazo para que fueran engrasando las cadenas. La reforma de los convenios colectivos ha sacado los grilletes encima de la mesa. La negociación entre patronal y sindicatos era la crónica de una muerte anunciada.: La de nuestros derechos laborales. El féretro lo portan sindicalistas cariacontecidos que tratan olvidar que su cadáver también va dentro de la caja. Y el funeral lo oficia una CEOE transpuesta porque ya ve cerca que se le cumpla el milagro. Esos convenios colectivos reducidos a cenizas son su zarza ardiente. Su sagrada religión. Y lo único que tienen que hacer es esperar que, por su propio peso y sin demasiada resistencia de las víctimas, se les conceda el prodigio. Yo creo que además de una democracia real este país necesita reinventar el sindicalismo. Desempolvar la dignidad de la clase trabajadora para no caer bajo los yugos de los nuevos negreros. O mejor dicho y con todo mi respeto: de los nuevos "chineros".

Publicado en Periódico de Aragón

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