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LOS ERRORES DE DIOS

LOS ERRORES DE DIOS

Se me ha caído un mito. Ahora resulta que dios ya no es infalible y que también mete la pata. O el Supremo Hacedor no le cuenta al Papa las cosas en condiciones o es que Ratzinger nos mentía cuando decía que nos transmitía sus divinas palabras. Lo digo por lo de los preservativos, ese gesto aperturista que huele a rancia represión marinada con un profundo hedor a hipocresía. Según nos dijo el Pontífice otrora, dios le habló y le previno sobre su uso. Por eso el tío le echó bemoles y se lanzó por todo el continente africano, donde más virulentamente se extiende la pandemia del sida, a pedir a los católicos que no usaran profilácticos. Se lo pidió dios y no pudo negarse porque sino a ver quién, en su sano juicio, puede ir predicando una insensatez de ese calibre que ha tenido tan alto coste en vidas humanas. El dios colérico e intolerante que representa Benedicto XVI es como el que aparece en los Antiguos Testamentos: Caprichoso, cruel e irresponsable sobre su creación. Lo mismo te pide que les digas a los africanos que no usen preservativos que se le antoja que sacrifiques a un hijo para que le demuestres tu amor. Por eso ya me disculparán mi laicismo beligerante que, aunque respetuoso con las creencias ajenas, se enardece cuando ve estas maniobras estéticas de la secta vaticana. Si quieren sobrevivir como Iglesia deberían echar una ojeada a los Nuevos Testamentos. Es una versión de un dios misericorde al que le conmueve el sufrimiento de los humanos. Pero parece que a la línea dura de esta religión, la dominante, les va más el rollo de los diluvios ejemplares y de convertir en estatuas de sal a los sodomitas, a todos menos a los propios se entiende. O cualquier tipo de plaga o virus de inmunodeficiencia con el que el creador tenga a bien castigarnos por nuestros pecados. Si dios es amor, como nos han contado, no puede ser el tipo que susurra cosas en la cabeza del Papa. Que se lo haga mirar. La mayoría de los que oyen voces no lo hacen debido a un fenómeno paranormal. La única diferencia es que los otros, los enajenados oficiales, no tienen tanto poder para difundir los delirios que almacenan. Y sus errores tampoco tienen tan dramáticas consecuencias.

Publicada en Público

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