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Artículo de Jose Luis Trasobares en El Periódico de Aragón. (13/06/10)

                                   SOLO NOS FALTABAN LOS DICHOSOS JUEGOS

Vino a Zaragoza Juan Antonio Samaranch (hijo), quien ha heredado de su padre un puesto destacado en la muy provechosa gestión de los negocios olímpicos (provechosa para los que mueven los hilos, pero ruinosa a menudo para ciudades y estados, como bien saben ahora nuestros camaradas griegos). El miembro del COI dijo muchas cosas y todas de interés: que es necesario formar deportistas de élite si se quiere organizar unos juegos de invierno, que es importante ir construyendo ya infraestructuras dar credibilidad a la apuesta, que es imprescindible saber por qué se aspira a montar el sarao... Y aseguró que organizar estos shows siempre resulta rentable (¡qué se lo digan a él!), aunque, claro, otra cosa son las inversiones públicas que sea preciso llevar a cabo. Porque aquí el tema va de eso, de que las instituciones pongan el dinerito de todos a la espera de captar luego retornos cuyo cálculo suele ser pura virtualidad aritmética.

¿Quiere ser Zaragoza una referencia mundial en los deportes de hielo? La pregunta, lo confieso, me llena de espanto. Porque cuando oigo eso de que Zaragoza (o Huesca o Teruel o Alcañiz, lo mismo da) ha de ser referencia mundial de algo que nos queda lejos-lejos sé que nos esperan grandes gastos, grandes ejercicios de autoestima artificial y, finalmente, grandes mentiras oficiales para convencer a los contribuyentes de que el derroche ha merecido la pena. Y conste (vamos a cubrirnos con la consabida obviedad) que servidor está de acuerdo en que una ciudad o un territorio deben invertir de manera inteligente en mejorar sus ofertas de todo tipo. Pero digo invertir, ojo, no tirar el dinero.

Zaragoza todavía ha de rematar dos operaciones ejecutadas con un nivel de eficiencia muy discutible: el desarrollo del barrio AVE y la postExpo. En ambos casos, las teóricas plusvalías inmobiliarias que debían cuadrar las cuentas no se han materializado y los agujeros son de cientos de millones de euros (cada uno). En lo referido a Ranillas, todavía está por ver cómo se ponen en valor las virguerías arquitectónicas que allí han quedado sin cumplir en absoluto (al menos de momento) su supuesta función de atractivos urbanos. Por eso, esperemos a ver cómo se las arreglan las cajas con la Torre del Agua y el Pabellón-puente, facilitemos la construcción del Caixaforum (que corre por cuenta de la citada entidad), desarrollemos la Milla Digital o lo que haya de ser... y dejémonos de estirar el brazo más que la manga.

¿Por qué unos juegos de invierno? El alcalde Belloch dijo, tras oír a Samaranch (hijo), que aún es pronto para explicarlo. O sea, que ni él lo tiene claro. Sin embargo, en plena crisis, nos vamos a embarcar en una partida de resultado incierto, que comportará crecientes gastos y se superpondrá sobre otros macroproyectos aún no rematados. O estamos locos o somos unos incautos.

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