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LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE

LOS ÁRBOLES Y EL BOSQUE

Que una organización como Falange, que representa la esencia del franquismo más puro y duro, pueda colocar en el banquillo de los acusados a un juez por investigar los crímenes de la dictadura, es surrealista. Si además añadimos a esto que quien empuja la acusación es el Partido Popular, con la única intención de desactivar el caso Gürtel, y que los magistrados que van a decidir el futuro del díscolo juez provienen de las grutas ideológicas más profundas y afines a la extrema derecha, la situación adquiere dimensiones kafkianas. Pero lo que más llega a inquietarme de este disparate, es la prácticamente nula reacción popular en defensa de la Democracia. Ni los partidos políticos de presunta izquierda, ni la ciudadanía en general, reaccionan con la contundencia que merece el brutal ataque que nuestro Estado de Derecho está sufriendo. En este caso, muchos se centran en la figura del polémico Garzón para justificar su apatía por el asunto. Puede que no cuente con simpatías entre la derechona nacional pero son muchos los que, desde la izquierda, tampoco le miran con buenos ojos. Los árboles, esa urticaria que provoca Garzón a diestra y siniestra, nos impiden contemplar el frondoso y amenazante bosque que se esconde detrás. Lo de menos aquí es la figura del juez al que hay que reconocer, nos guste o no, los redaños suficientes para intentar juzgar a los intocables del franquismo y prestar oido a las familias de los muertos y desaparecidos. Los motivos que le han impulsado a hacerlo podrán ser más o menos épicos pero el resultado, a la vista está, es la furibunda reacción de los nostálgicos del franquismo y de sus primos hermanos los corruptos de los trajes caros. Si la sociedad permite este desatino y consiente que quienes acusan a Garzón se salgan con la suya, habremos perdido todos en nuestra dignidad como pueblo. La Democracia puede quedar tocada definitivamente y hundirla, solo será cuestión de tiempo.

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