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LA MANGUERA DE AZNAR

LA MANGUERA DE AZNAR

De que Aznar la tiene muy larga (la manguera, no me sean verderones) no me cabe ninguna duda. Tanto, que el chorro que expele por su boca de riego no solo fué capaz de anegar el país de pelotazos urbanísticos e hinchó la burbuja inmobiliaria para dejarla a puntito de explotar en las narices del gobierno socialista. También extendió su siniestro flujo allende nuestras fronteras. Si no que le pregunten a los iraquíes, que vieron como su cielo se inundaba con el colérico torrente del ex-presidente que, acompañado por sus amiguitos de las Azores, decidió regar su territorio con el fuego y la sangre que tan generosamente saben derramar los iluminados. Lo malo de este bombero vocacional, es la sustancia que emplea para apagar los incendios. Nada de agua, ¿O es que don José Mª se les antoja un besugo siempre presto a nadar en el líquido elemento? Lo que vierte por su espita es mucho más denso y negruzco que el insípido H2O. ¿Ya lo han adivinado? Pues sí, Aznar apaga los fuegos con petroleo. Y es tanto su afán en repostar el preciado combustible que nada se le pone por delante. ¿Que hay que invadir un país con una guerra "preventiva" e ilegal que ya ha costado más de 600.000 muertos? Pues hala, a bombardear tocan. Y sin escatimar en los medios, que para ello es una multinacional petrolera, Exxon Mobile, su mayor patrocinadora como negacionista del calentamiento del Planeta. Naturaca. ¿Quién va a enfriar mejor los ardientes ánimos de los ecoapocalípticos que un profesional en sofocar a todo el personal? Otra cosa que el presidente de las FAES tiene larga, larguísima, es la singüeso. Y esta peculiaridad bucal le impele a soltar su irreflexiva verborrea allá donde vaya, haciendo las delicias de cualquier auditorio. Como le sucedió en la universidad de Oviedo donde, con los gritos de !asesino! y !fascista!, fué recibido por un nutrido grupo de estudiantes entusiasmados por su fluído verbo. !No pueden vivir sin mí!, suspiró mientras contestaba a su público con un elegante gesto de su dedo corazón. Pero sí. Si que podemos. De hecho, por muy mal que lo hagan los demás, es un alivio que no siga representando la presidencia de nuestro país. Que no continúe arrastrándonos, como patéticos bufones, detrás de presidentes imperialistas y tarados que confiesan dialogar con el Supremo Hacedor e interpretan su mensaje al estilo del Antiguo Testamento. Arrasando con todo lo que se interponga en sus objetivos. !No más sangre por petróleo! Ni bomberos incendiarios en nuestra política. Pongamos a salvo nuestra dignidad de la manga y riega aznarina que llegar, llega. Pero a encendernos de tal forma que muchos de nosotros corremos el riesgo de sufrir una combustión espontánea solo con mirarle a la jeta.

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