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LOS CERDOS A LA CIÉNAGA

LOS CERDOS A LA CIÉNAGA

Ya va para tres años que el periódico, Financial Times, empezó a usar con displicencia ese acrónimo, a los que tan aficionados son los anglosajones, que define como PIGS (cerdos) al conjunto de países cuya situación económica califica como "alarmante": Portugal, Irlanda, Grecia y España. Respecto a nuestro país, el argumento empleado pasaba por una serie de lugares comunes que, aunque comparto en alguno de sus planteamientos, deberían ser examinados y comparados con el comportamiento seguido por otras economías europeas, incluida la británica. Sus previsiones sobre el estallido de nuestra burbuja inmobiliaria, peligro que ya fué vaticinado por las voces críticas nacionales y que la derecha española ninguneó imponiendo la filosofía del ladrillo como el mayor motor de nuestro crecimiento, afectó de manera significativa al Reino Unido que pudo ver como su propia burbuja pinchaba, de la misma forma y en mayor proporción, que aquí.
Luego, vino el escrupuloso análisis del sistema económico español que se comparó con la metáfora de los cerdos voladores que, en definitiva, han acabado revolcándose en sus ciénagas porque es imposible luchar contra la propia naturaleza de uno, según su interpretación. Pero ese comentario omitía la situación que estaba atravesando la "Pérfida Alvión". Cifras que nos hablan de un 80% de su sistema financiero que ha tenido que ser intervenido y vendido, !vaya por dios! a un banco español, mientras suministraba cientos de billones de libras a sus propios bancos para tratar de evitar la catástrofe absoluta. Nuestro PIB, que sufrió una alarmante caída de un 3,6% el año pasado, es sin embargo menor a la experimentada por el PIB del Reino Unido que consiguió el histórico dato de un desplome del 4,6%. Nuestra deuda externa, ese manido argumento con el que se nos bombardea desde Bruselas, no representa ni el 50% de la contraida por los propios británicos, estadounidenses o franceses y se aleja significativamente de la padecida por Grecia, Italia o el propio Japón. La derecha española fué la autora intelectual que colaboró a gestar la situación que atravesamos pero, ahora, lejos de enarbolar su patriotismo oportunista para contrarrestar la conspiración internacional que quiere devolvernos al lodazal que consideran nuestro hábitat natural, se frotan las manos y añaden más pesimismo y leña al fuego seguros de que toda esta basura les producirá pingües beneficios electorales, como poco. Estoy de acuerdo con que los cerdos no pueden volar y prefieren chapotear en sus ciénagas. Como sucede con el PP, que lejos de aportar soluciones para remontar el vuelo de nuestra procupante economía, obviando su responsabilidad, han optado por colaborar a construir una montaña de barro que los coloque, de nuevo, en el gobierno de nuestro país. Que el capitalismo era inmoral e inescrupuloso ya lo sabíamos. Pero su sangrienta refundación no solo viene por parte de la despiadada macroeconomía internacional. Aquí contamos con estos Brutus nacionales capaces de hundirnos la daga en las costillas con la única finalidad de alcanzar el poder. De convertirse en los dueños de la charca aunque para eso los españoles tengamos que acostumbrarnos a vivir en el país de los puercos.

Publicada en Heraldo de Aragón el 10 de febrero del 2010

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