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PADRE PATRÓN

PADRE PATRÓN

Hace algunos años, en el gremio de la limpieza al que pertenezco, las relaciones laborales e incluso las negociaciones colectivas se daban directamente con el dueño de la empresa. Acompañado por un leguleyo de confianza que diera cobertura legal a sus pretensiones, era el Patrón personalmente, quien se tiraba a la arena con sus representantes sindicales. Eran tipos duros la mayoría, bregados en toda clase de conspiraciones y marrullerías, que no le hacían ascos a la coacción e incluso a la amenaza. Tratar con ellos era como enfrentarse a un desdoblamiento de personalidad, ora partenalista, ora amo colérico, que intentaba imponer siempre su voluntad sobre la plantilla de desagradecidos trabajadores. Esa imagen de padre-patrón terrible, capaz como Saturno de devorar a sus propios hijos si la ocasión lo requiere, se me viene a la cabeza al observar la personalidad del jefe de toda la banda: don Gerardo Díaz-Ferrán. A pesar del desgaste que está sufriendo el personaje, sus hermanos de la patronal (!Ah, la familia!) le apoyan cara a la galería. ¿Cuánto durará ese fraternal apoyo? ¿Pueden permitirse el lujo de tener como cabeza visible a un individuo que solo puede traer más descrédito a su organización? Ahora que soplan vientos que hablan de reformas laborales, ¿no habrá llegado el momento de que se hagan profundas reformas en las organizaciones empresariales? Si admiten sugerencias yo les propondría un lavado de imagen. Desechar ese estereotipo patronal que más corresponde a una película de Coppola que a las necesidades reales de la sociedad actual. Elegir a alguien con conciencia y principios, para variar, podría ser un gran avance para conseguir la paz social.

Publicado en Público el 12 de enero del 2010 y en Periódico de Aragón el día 15

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