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EN NOMBRE DEL AMOR

EN NOMBRE DEL AMOR

Rouco Varela (ese representante del Vaticano que la providencia divina tuvo a bien poner en tierras españolas para evitar la descristianización de sus pueblos) opina que sin la familia tradicional, Europa se quedará sin hijos para el futuro y mucho peor que eso, sin amor. El cardenal se autoproclama así experto en cuestiones amorosas, pero su trayectoria personal y pública hace que muchos nos cuestionemos ese liderazgo. El amor, tal y como lo definía ese Jesús al que dicen seguir, no era cobarde ni mezquino con quienes no abrazaban su doctrina. El hijo del carpintero transmitió un mensaje demasiado revolucionario aún en nuestros días y su iglesia no parece capaz de saber interpretarlo. Rouco condena esos amores ejercidos "gratuitamente" gracias a la relajación de las costumbres cristianas en nuestro continente. Pero, ¿es que puede ser de otra manera? El amor es generosidad y compasión en el estricto sentido etimológico de la palabra. Padecer con el prójimo, entenderlo y no juzgarlo por sus diferencias. El amor, nunca pretendería meter en la cárcel a una mujer que abortara ni condenaría a nadie porque su corazón perteneciera a otra persona del mismo sexo. Es valiente y da la cara. No entiende de hipocresías ni de amenazas apocalípticas o infernales. El auténtico amor, huye de los encorsetamientos y se muestra relajado y feliz. No teme a los que aman de forma diferente y no quiere arrojar piedras sobre presuntos pecadores. Es tan libre que no ha existido todavía religión ni gobierno que haya podido someterlo totalmente. Aunque es bien sabido que su poder de insurgencia les ha amedrentado desde el principio de los tiempos. Por todo esto, se me ponen los pelos como escarpias cuando escucho en los labios de Rouco esta palabra. Me indigno ante la usurpación de un concepto que no entienden y que no están dispuestos a ejercer. Hablan en nombre del amor y la libertad religiosa los mismos que han utilizado la censura y la represión hasta dentro de sus propias filas. Y en su nombre, continúan con esa caza de brujas contemporánea contra cualquier forma de amor que no sea la que ellos preconizan. Su cobardía para experimentarlo en toda su plenitud se traduce en intolerancia. Actúan como impostores que dicen hablar en nombre de algo que en realidad desconocen y les falta redaños para descubrir.

1 comentario

frantic -

Mi madre es kika pero ha tenido que "tragarse el sapo" de tener dos hijas lesbianas y, la verdad es que no lo está haciendo mal del todo. Precisamente ayer, hablábamos de otra kika mucho más integrista, cuya hija de diecinueve años sabemos que entiende. Tanto mi hermana como yo estamos muy preocupadas por cómo lo va a pasar la pobre chavala pero, al menos, mi madre no intentó defender a la suya.
Sé que para mi madre no es fácil mantener una equidistancia pero, al menos, para ella pesa más el amor que siente por sus hijas que el fanatismo que ciega a la mayoría de los kikos.